Tras la dura derrota frente al Valladolid, era lógico que en el entorno del Real Zaragoza se entonara siempre mítico y socorrido argumento de: cuando el equipo llevaba siete jornadas sin perder no era tan bueno, de la misma manera que ahora –tras el 0-2 en La Romareda- no es tan malo. Malo o bueno, lo cierto es que los blanquillos se han conjurado para que el tropiezo de la última jornada sea solo eso, un tropiezo a olvidar. Es obvio que no era posible estar el resto de la temporada sin perder. Ahora toca verse las caras contra el Alcorcón, un equipo en principio de depresión. Mientras tanto, el Real Zaragoza recupera su trío de magníficos y vuelve al once de gala.
Tras comparecer con sus respectivas selecciones, Bono vuelve a cuidar el portal y Vallejo el centro de la defensa. Ambos vuelven sin problemas físicos, sin lesiones y sin dolores. No hay virus FIFA, solo unas ganas inmensas de volver a dar tres puntos a su equipo. Los entrenamientos visionados esta semana lo demuestran. Por su parte, Diamanka no ha jugado con selección nacional alguna, pero los ojos del zaragocismo también se han puesto sobre él. Sus piernas le duelen a todos. De su buen hacer depende buena parte del destino blanquillo y ya está de nuevo listo para recorrer el centro del campo.
No obstante, todos tienen que sumar. Y los primeros que lo saben son los delanteros del equipo, que esta semana han entonado el ‘mea culpa’ por la escasez goleadora de las últimas jornadas. El portavoz ha sido Ortuño, que asegura estar dispuesto a «seguir ayudando al equipo con goles«. Cosa lógica sabiendo que es delantero y que el Real Zaragoza le paga para ello. En cuanto a lo acontecido en los últimos partidos, el ariete ha realizado un somero diagnóstico de cuál puede haber sido el problema: «Quizá fallamos en la toma de decisiones en el último cuarto de campo, pero seguro que con trabajo y confianza, lo solucionaremos».
Si le encuentran solución, el Real Zaragoza volverá a ganar. Aunque no suene muy bonito, lo mejor que puede hacer el equipo es aprovecharse de la situación que vive el Alcorcón. Media plantilla madrileña ha elogiado esta semana a su rival, asegurando que se trata de un equipo “muy trabajado, tanto en defensa como en ataque”. Los de Juan Ramón López Muñiz solo han sumado un punto de los últimos nueve que se han puesto en juego. Además, llegan heridos en su orgullo tras perder el derbi frente al Leganés. Que nadie se confíe, no hay nada más peligroso que un animal herido.
#ElClásico
Parece mentira pero por primera vez desde hace mucho tiempo, la semana previa del clásico de nuestro fútbol no ha estado centrada en lo deportivo. Al menos no mayoritariamente. Tras la masacre de París, todas las miradas se han centrado en la seguridad de un evento que arrastra a miles de personas. Desde las altas instancias de nuestro país se insiste en que no hay peligro, pero es mejor prevenir que curar. 1.200 policías se encargaran de que todo salga bien.
Pero los días pasan y los cronómetros indican que el fútbol está a punto de ser el verdadero protagonista. Iniesta se ha encargado de recordar que los policías que custodiarán el Santiago Bernabéu no juegan. «El clásico me pone como una moto», ha dicho el manchego. Vía libre: ya se puede hablar de fútbol. Una vez centrados en lo deportivo es el momento de hablar de nombres propios. El primero, Messi. Nadie sabe qué ronda en la cabeza de Luis Enrique. Tras dos meses lesionado, todo parece indicar que tendrá minutos en Madrid, pero nadie sabe si será de inicio o habrá que esperar al discurrir del partido. Tampoco está claro si Rakitic podrá ser finalmente de la partida. Los culés tampoco sufren: mientras Messi ha estado lesionado, el dúo Suárez – Neymar se ha encargado de que todo fuera bien.
En el caso del Real Madrid, también hay nombre propios. Donde todo era claridad en cuanto a la participación de Benzema y Sergio Ramos, ahora son dudas. Plagado de bajas como las mencionadas, el equipo blanco no ha atravesado una semana cómoda. La victoria sin lujos ante el PSG y la derrota frente al Sevilla han encendido la máquina de las críticas. Algunos se atreven incluso a vaticinar que una derrota frente al Barça sería abrir la primera herida profunda del proyecto de Benítez. Veremos.
