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El Real Valladolid saca petróleo de La Romareda

Ya se sabía, aunque no por eso duele menos: tras siete jornadas invicto, la derrota tenía que volver a llegar para el Real Zaragoza. Las vacas flacas siempre vuelven, aunque de momento es prematuro afirmar que los de Ranko Popovic han vuelto a entrar en depresión. El Valladolid llegó hasta la capital del Ebro plagado de bajas, pero puso la caña y solo tuvo que esperar las oportunidades adecuadas para marcar los dos goles que le dieron la victoria en La Romareda. Tampoco es difícil vencer a un equipo que lanza a la portería contraria tantas veces como dedos de las manos tenemos.

Una vez más, el Valladolid volvió a ganar en Zaragoza. Parece que se le da especialmente bien. La historia numérica indica que los pucelanos casi siempre encuentran el camino de los puntos a orillas del Ebro. En esta ocasión, el Real Zaragoza volvió a ponerlo fácil. Y eso que no estaba Óscar, autentica bestia negra de los blanquillos. Quién sabe si fue la niebla. O la falta crónica de gol que sufren los zaragozanos.

Mientras el Valladolid pareció no echar de menos su batallón de bajas, al Real Zaragoza sí que adoleció la falta de tres pilares claves en las últimas jornadas. Se echó de menos tanto la firmeza de Bono bajo los tres palos, como el derroche físico de Diamanka por el centro o la contundencia de Vallejo en la línea de cuatro defensiva. Bajas haberlas haylas, pero un equipo llamado de nuevo al ascenso a primera división no puede confiar todo su devenir a tener el once de gala en regla.

Si a las bajas importantes se le une un gol en propia puerta nada más comenzar el partido, todo empeora. La mala suerte se cebó con Cabrera, que desvió con la cabeza un saque de esquina. El balón terminó dentro de la red, y todo se puso cuesta arriba. A pesar de que Ortuño y Ángel lo intentaron, el 1-1 nunca subió al marcador. No solo no llegaría nunca el tanto del empate, sino que después del descanso y con un bajón evidente del ritmo del partido, el Valladolid puso el 0-2 –a la postre definitivo- merced a un supuesto penalti de Olaortua, que solo el colegiado del partido visionó.

Al final, la derrota contra el Valladolid no deja únicamente el mal sabor de boca de un partido perdido. La ausencia de puntos esta jornada desplaza al Real Zaragoza de los puestos de ascenso directo (aunque lo importante es estar al final de la liga), rompe con una racha de siete partidos sin conocer la derrota y cierra el trío de victorias en La Romareda. Qué difícil es hacer póker.

Valiosos empates

Hay empates que saben a victoria. Que se lo digan a la SD Huesca y al CD Ebro, que cosecharon dos igualadas muy importantes en sus últimos choques. Los oscenses empataron a uno frente al Córdoba, un destino que no se les había dado muy bien en los últimos años. A Darwin Machis no le importó enfrentarse al líder de segunda y anotó en el minuto 83 para que su equipo capturara un punto en casa del primero.

Un empate merecido por la segunda parte que desarrolló el equipo de Tevenet. Tras una primera mitad difícil de explicar, los azulgranas se recompusieron tras el paso por los vestuarios y contuvieron mejor las múltiples embestidas de un Córdoba que asedió a su rival en los primeros 45 minutos. Tras los intentos de Fran Mérida o Gaspar, que se quedaron en nada, fue el venezolano Darwin Machis el que decidió que el Huesca se merecía un punto. Llegado el minuto 83 armó la pierna, disparó y fusiló la portería del Córdoba. Punto merecido, aunque la victoria en tierras cordobesas sigue sin llegar.

Por su parte, los hombres del CD Ebro también volvieron a Zaragoza con un punto en las maletas. Y eso que el desplazamiento era complicado. El Gernika les esperaba en casa con una contundente estadística de presentación: todavía no habían perdido como locales. A pesar de las seis bajas que contabilizaban los chicos de La Almozara, desarrollaron un partido lo suficientemente serio como para obtener un punto ante uno de los equipos llamados a ocupar las plazas más altas de la categoría de bronce.

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