Encadenar cinco partidos sin ganar es motivo suficiente para que se enciendan algunas luces de alarma. En el pasado, el equipo aragonés usó siempre las mismas herramientas para salir del atolladero.
“En la segunda mitad los jugadores lo han dado todo. Sin mucha claridad, pero hemos sacado el orgullo y la casta». Es el balance, somero, evidentemente, del último partido del Real Zaragoza. Nadie se lo esperaba y pocos daban crédito a los tres goles que el Elche le metió a los blanquillos en tan solo 40 minutos. Los peores presagios se hicieron realidad. No valieron ni los números, ni las trayectorias del equipo ilicitano en visitar pretéritas. Los maños no estuvieron finos en la primera parte y lo acabaron pagando.
¿Es el momento de que cunda el pánico en Zaragoza? Nosotros creemos que no, aunque seguramente la decisión no sea compartida por muchos. Hay un dato que se está pasando demasiado por alto: la temporada prácticamente apenas acaba de nacer. Se han disputado solo una decena de jornadas en segunda división, y la historia demuestra que –al final- tampoco tiene tanta importante dónde te encuentres en el mes de octubre. Muchos equipos han ascendido a primera pasando por épocas flojas en estos inicios. Los archivos lo dicen.
Datos claves que sí debemos prestar atención tras la derrota frente al Elche:
- Lamentablemente, el Real Zaragoza ya es el más goleado de segunda división. Título que comparte con los ilicitanos. ¿Es motivo de preocupación? Sí. ¿Tiene solución? Solo los jugadores lo saben, aunque hay herramientas en la plantilla para hacer cambios en este sentido. Cambio de portero, afianzar una línea de cuatro fija… veremos qué puede aportar Luis Milla.
- La suma de partidos sin ganar asciende a cinco. Lo peor es que el equipo sumó su primera derrota en La Romareda. ¿Es una crisis? Seguramente sí. ¿Acabará con las aspiraciones del equipo de ascender a primera? Lo más probable es que no. La segunda división es más larga que un día sin pan.
¿Cómo soluciona el Real Zaragoza sus crisis?
Tras caer derrota ante el Elche la voz unánime del zaragocismo era clara: el equipo está en crisis. Ciertamente, la temporada pasada nunca encadenó cinco partidos sin perder. Aunque parezca simplista, lo único bueno de las malas rachas es que siempre tienen que acabar. Tarde o temprano encuentra su fin.
La historia de los últimos años dice que el club aragonés trata de terminar con estas situaciones de dos maneras:
- Dando salida al entrenador. De momento, Milla seguirá al frente del equipo, al menos hasta Valladolid. A Popovic le pasó algo parecido. Atravesó dos rachas negativas antes de salir del club. Eso ocurrió poco antes de Navidad, y el club esperó a enero para traer a Lluis Carreras. Popovic hizo las maletas tras perder de forma contundente contra el Nástic, aunque ese momento no había encadenado varios partidos sin ganar. La situación venía de antes.
- Revolución de invierno. Es la herramienta que suele usar el club si las cosas no van bien en la primera parte. Es como una tradición desde 2010, cuando en el mercado invernal llegaron Edmilson, Roberto, Contini, Colunga, Jarosik, Suazo y Eliseu, que acabaron siendo claves. Tras esta revolución hubo algunas menos sonadas (la solitaria llegada de Natxo Insa, por ejemplo) y otras multitudinarias como las que protagonizaron Aranda, Pablo Álvarez, Dujmovic y Apoño en 2012, o más recientemente Dongou, Javi Ros, Campins, Lanzarote, Culio y Guitián. ¿Necesitará de nuevo el Real Zaragoza tantos cambios de cromos en invierno? Solo las próximas semanas podrán dictar sentencia.