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España reconquista el oro en el Eurobasket de Francia

Jugando al mediodía, tampoco. Lucía el sol el domingo a las 12 de la mañana, pero no hizo lo mismo el Real Zaragoza.  Ejercía de anfitrión de un Osasuna que demostró sobre el césped de La Romareda las razones por las que es líder, ahora ya en solitario, de la Liga Adelante. Las apuestas marcaban en la previa un triunfo rojillo y, por desgracia para el aficionado maño, no fallaron en sus pronósticos. Lo más grave ya no son únicamente los desastrosos resultados, sino que tan solo cinco jornadas han bastado para que la grada entone el “basta ya”.

Hubo que esperar a la decena de minutos iniciales de la segunda parte para ver al Real Zaragoza generar algo de fútbol de condiciones. En general, el espectador se quedó con la impresión de que Ranko Popovic apuesta por generar juego únicamente a través de las botas de Jaime e Hinestroza. Los dos jugadores marcan interesantes diferencias en segunda división, pero tampoco son héroes. Sus botas están llamadas a dotar de mucha calidad el juego blanquillo, pero canalizar absolutamente todo solo por cuatro pies se antoja algo arriesgado.

Osasuna se lo temió y el devenir de los minutos se lo confirmó. La táctica estaba clara: los balones siempre a nuestros protagonistas del texto. El resultado ya se conoce. El equipo navarro, por su parte, se centró en hacer lo que tenía hacer: mantener su etiqueta de juego, que habla de un bloque que disputa los careos muy juntos y en el que todos tienen muy clara su misión. Igual que le sucedió al Córdoba, perforar la portería  del Real Zaragoza solo una vez fue suficiente para empaquetar los tres puntos. La semana pasada fue Pedro Ríos, y el domingo soleado que nos ocupa fue Nino, listo como pocos en esto del fútbol.

A pesar de que tiempo tenía, algo más de 90 minutos se estilan en el fútbol, el Real Zaragoza no aportó argumentos que hicieran pensar que al duelo se le podía dar la vuelta. Con el 0-1, que fue el definitivo, la grada afinó la voz y comenzó las protestas contra Popovic. No obstante, el serbio asegura que estos cánticos son tradición en el fútbol. No se pone nervioso, al menos de puertas hacia afuera. Su homólogo en el Osasuna pide más paciencia para con su amigo. No parece tenerla una grada hambrienta de puntos. No es para menos, son un ingrediente imprescindible para consumar el obligado ascenso del que todo el mundo habla.

España saborea de nuevo el oro

Mientras el Real Zaragoza se lamía las heridas de su derrota, el aficionado se preparaba para rematar el domingo viendo a la selección española de baloncesto jugar la final del Eurobasket. Todavía con las imágenes del memorable partido ante Francia en las retinas, los hombres de Gasol y Scariolo calentaban para enfrentarse a una Lituana que, de nuevo sin hacer mucho ruido, se ganaba por méritos propios estar sobre el parquet hasta el último día. Al final, ha merecido la pena estar enganchados al torneo. España recupera el cetro europeo que Francia le robó en citas pretéritas.

Y eso que no pintaban excesivamente bien las cosas al principio. Las derrotas contra Serbia e Italia sembraron algunas dudas. Pronto se despejaron fruto del contundente segundo partido ante Turquía. Tras el tropezón contra los transalpinos, todo fueron sonrisas, aunque alguna se resistiera durante el camino. Sin Marc Gasol, Serge Ibaka, Juan Carlos Navarro y Ricky Rubio, muchos se planteaban de qué sería capaz la España de Scariolo. Con la medalla de oro ya colgada en el cuello, no hace falta dar más explicaciones.

España, como colectivo, se ha ganado los halagos mundiales. Los mejores calificativos personales los acapara Pau Gasol. A sus 35 años, el jugador de los Chicago Bulls se ha encumbrado definitivamente al olimpo de los mejores deportistas españoles de todos los tiempos. Todo el baloncesto español ha girado sobre su figura durante el Eurobasket. Cuando se le ha necesitado, ahí ha estado. Reconocido con el MVP del torneo y la ovación total del público de Lille, solo él sabe su destino a nivel de selecciones.

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