En el momento en el que nos decidimos a pasar una parte de nuestro tiempo libre disfrutando de las apuestas deportivas, nos vamos dando cuenta de la importancia de algunos términos. Por muchos de ellos pasamos por encima, pero otros son fundamentales. Manejar con soltura los ya conocidos bankroll o stake es tan importante como conocer los misterios del embrague cuando se aprende a conducir. Y lo mismo se puede decir de otros tantos tecnicismos.
Como por ejemplo, la cuota. Es el pan de cada día de los aficionados a las apuestas deportivas. Una columna vertebral de este entretenimiento. De hecho, es lo primero que se topa cualquier nuevo usuario que se adentra en una casa de apuestas. La cuota está directamente ligada a los hipotéticos euros frescos que vamos a ganar si tenemos buen ojo con nuestros pronósticos. Técnicamente, la cuota indica la cantidad que nos vamos a embolsar por cada euro que apostemos a un determinado mercado.
Por ejemplo, ese 2,80 que figura al lado del Real Zaragoza en su partido frente al Mallorca es la cuota elegida para recompensar aquellos apostantes que decidan arriesgarse por la victoria del equipo blanquillo. Incluso para aquellos que entonan el “soy de letras”, la cuenta es muy sencilla: ganaremos 14 euros si apostamos cinco por la victoria blanquilla, y tenemos éxito. Como bien marcan las reglas aritméticas más básicas, cuanto mayor sea la cuota de una apuesta deportiva, más dinero nos embolsaremos.
El concepto de la ganancia es sencillo, pero hay algunos ‘secretos’ acerca de las cuotas que debemos conocer para que no sorprendan a los más novatos. Es importante resaltar que las cuotas no son estáticas y cambian en función de la oferta y la demanda. Lo más seguro es que la cuota 2,80 del Real Zaragoza sufra variaciones incluso hasta poco antes de comenzar el partido. Además de la influencia de la oferta de la demanda, las trayectorias deportivas de los equipos también influyen. No es raro ver una cuota 1,01 para la victoria de un equipo que, aparentemente, es muy superior a su rival. Por ello, analizarlas bien es la mejor estrategia de cara a obtener cierta rentabilidad con nuestras apuestas deportivas.
Ciertamente, la volatilidad es una característica de cabecera de las cuotas. Incluso pueden llegar a retirarse. Así son las normas de este juego. No obstante, esta volatilidad no nos afectará en el momento de cerrar nuestros pronósticos. Es decir, el aficionado que cierra una apuesta en cuota 2,35 ya no se verá influenciado por los cambios, ni de subida ni de bajada. Si ese 2,35 termina bajando, por ejemplo, a 1,85 nuestra apuesta continuará intacta.
La familia cuota
En algunas ocasiones, ante eventos de gran calado, los usuarios pueden ver como las casas de apuestas optamos por mejorar algunas cuotas Son las llamadas supercuotas, que suelen centrarse únicamente en lo que llamaríamos partidazos. Un clásico Real Madrid-Barcelona es una buena excusa para plantear una supercouta. Si las cuotas normales son volátiles, las supercoutas aún lo son más y, por norma general, no suelen estar vigentes mucho tiempo, aunque durante el tiempo que lo están la casa de apuestas interesada concentra muchos esfuerzos para publicitarla y conseguir que los usuarios la visualicen.