La derrota (0-3) frente al Girona pone punto y final a siete partidos sin lamentar una derrota. Gracias a los puntos obtenidos en las últimas semanas, los blanquillos salen de playoff pero se mantienen a tan solo un punto del Córdoba.
No todos los días son domingo. El Real Zaragoza encadenaba siete jornadas sin conocer la crudeza de la derrota, pero las rachas se acaban. Y el punto y final llega sin avisar. El equipo que encabeza Lluis Carreras descubrió el significado de este dicho en toda su crudeza: no solo perdió 0-3, sino que lo hizo delante de su público y ante un equipo que venía avisando de que va a pelear por los puestos de cabeza. El Girona va en serio y lo demostró en el exigente teatro que es La Romareda.
Se le pueden poner paños calientes a la conclusión, pero es innegable que el bloque catalán fue mejor. El Girona fue dueño y señor de una primera parte en la que todo se le puso de cara: se fue a los vestuarios a descansar con dos goles de ventajas y con un hombre más sobre el campo. Al Real Zaragoa le faltaba Cabrera, que vio la roja directa. Directa y contundente. Ni siquiera puso algo de mimo a la hora de entrar con los tacos por delante a un rival en el centro del campo. El árbitro -ciertamente estricto con los locales- no tuvo dudas: se desabrochó el velcro de su camiseta y le enseñó al uruguayo el camino de la ducha.
La expulsión de Cabrera llegó en el minuto 27. Para ese momento el Girona ya presumía de ir adelantado en el marcador. La roja no hizo más que agrandar la sangría de la primera mitad. Escasos ocho minutos después de la colorada llego el segundo del Girona. Y muchos se explicaron la razón por la que las apuestas deportivas no tuvieron los arrestos necesarios para dar el favoritismo a uno de los dos equipos.
El Real Zaragoza abandona los puestos de playoff
Igual que sucede con las victorias, las derrotas también tienen explicación. Es bonito repasar los detalles que llevan a un partido a desembocar en triunfo, pero con las derrotas también hay que hacerlo. Casi con más razón. A pesar de la interesante racha de siete partidos sin perder, los blanquillos no podían perder de vista algunos puntos mejorables, que frente al Girona volvieron a quedar de manifiesto.
- La sala de máquinas: las bofetadas de las redes sociales se las llevó Dorca, pero lo cierto es que el centro del campo del Real Zaragoza se vio superado por la presión catalana. Salieron con cinco defensas y con las ideas claras: había que presionar fuerte para maniatar a Ros, Culio y al citado Dorca. Únicamente el primero de ellos lo intentó con más fuerza que el resto de sus colegas de puesto.
- La roja de Cabrera: la tarjeta es indiscutible. El central zaragocista se pasó de revoluciones y lo pagó. Y sus compañeros también. Su expulsión se notó, pero el cambio desde el banquillo para reestructurar el equipo también llegó tarde. Y cuando llegó el Girona ya se había aprovechado de la situación.
- La suerte estuvo esquiva: es cierto que en la primera parte el Girona dominó, pero también es reseñable la actitud del Real Zaragoza en la segunda mitad. Becerra estuvo especialmente inspirado y detuvo dos balones cantados a Rico y Ángel. Lo que otros días estuvo de cara, ayer dio la espalda.
Lluis Carreras tilda la derrota de «parada en el camino»
Una parada dura. Con las cosas repartidas como están en la cabeza de segunda división, la pérdida de puntos se paga cara. Al término de la jornada, el Real Zaragoza se queda con 46 puntos, séptimo y a un punto de la promoción. “Lo de hoy es una parada en el camino, no un paso atrás», decía el técnico zaragocista en sala de prensa. Según su punto de vista, la derrota fue demasiado abultada para lo que se había visto sobre el campo: “no nos hemos merecido caer 0-3, no creo que haya tanta distancia entre Real Zaragoza y Girona”, sentenciaba. Merecida o no, la derrota frente al Girona ya figura en el historial de su equipo. Habrá que limitarse a pensar en el Elche.
